viernes, 13 de febrero de 2015

Relato yaoi: Backstage.


Obra protegida por el registro de Safe Creative


¡Hola, buenas!
Como sabréis (o no), soy una aficionada a la escritura. Y hoy, en clase, he empezado a escribir lo que será un relato yaoi dividido en dos partes. Aquí traigo la primera. No es la primera vez que escribo este género, pero sí con este estilo tan dinámico. Suelo ser mucho más descriptiva y formal, pero me apetecía probar otra cosa.

Este es el enlace en Wattpad: ¡clícame!

Para quienes no lo sepan, el yaoi es un género que hace referencia a un romance entre dos hombres (también conocido como Boys Love, o BL). Así que, si esto os echa para atrás o no os atrae, no sigáis, porque el contenido de este relato es puramente yaoi. También aviso de que hay escenas subidas de tono. En la primera parte (en esta) no, pero sí en la próxima.

Sin más dilación, ¡espero que os guste!

                                                             BACKSTAGE: Parte 1

Dylan dejó la guitarra a un lado.
Llevábamos más de tres horas ensayando. Habíamos dicho de quedar a las cinco. Ya sabes, lo típico. En clase le di a Eric un toquecito en el hombro con la tapa mordisqueada de mi boli bic. Él se giró, con esa cara de cabreo con la que se solía girar cuando la gloriosa llamada de mi boli le pillaba haciendo algo importante. Esta vez, el <<algo importante>> era intentar conseguir una cita con Melody, su encantadora compañera de Trigonometría que, como solían decir todos, tenía el cuerpo como una carretera: lleno de curvas y enormes baches. La cual, sinceramente, nunca se fijaría en Eric, ni aunque fuera el último chico de la faz de la Tierra. Pero a ver quién se lo decía. Él era feliz así, siempre al límite de lo imposible.
—¿Qué cojones quieres?—me preguntó frunciendo el ceño. De verdad pensaba que tenía alguna oportunidad con Melody, y mi interrupción (en su mente) podría costarle su apasionante relación con ella. Qué tensión, ¿verdad?
—Nos vemos esta tarde a las cinco. En el local del tío de Dylan.
Eric me miró como si acabara de decirle la cosa más estúpida de este planeta. Revisé mentalmente mi frase, pero no encontré ningún error.
—Pero si el concierto es el sábado, tío—acabó diciendo—. ¿Para qué vamos a ir hoy?
Rodé los ojos y solté aire. Eric y yo llevábamos siendo amigos desde que tenía uso de razón, y le apreciaba, claro que le apreciaba. Pero a veces me hubiera gustado matarle. O sacarle de su pequeño mundo, al menos.
—¿Y qué quieres? ¿que nos presentemos sin ensayar? ¿Así, tal cual, esperando un milagro de la Virgen?—dije cruzándome de brazos y recostándome en la silla.
—Es lo que hacemos siempre—contestó mientras hacía como si estuviera sacando algo de la mochila, para que el profesor no sospechara. Sacó su compás y se quedó mirándolo como si se encontrara frente al Santo Grial.
—Ya, pero esta vez cobramos. No podemos hacer una chapuza—aclaré entre dientes—. Te recuerdo que la última vez que nos dieron la oportunidad de tocar en un local se te olvidó la partitura a mitad de la canción.
Eric apretó los labios, impidiendo que de entre ellos saliera una risilla infantil.
Agitó la mano, restándole importancia.
—Fue un pequeño fallo. Además, este me lo voy a tomar muy muy en serio—aseguró con su mirada más solemne.
El tío de Dylan, Matt, tenía un local de moda en el centro. Bueno. En realidad no estaba precisamente de moda ni estaba precisamente en el centro... vale, sólo era de moda y estaba en el centro si eras una vieja de setenta años y vivías en el quinto culo, ¡pero era la mejor oferta que teníamos! Teníamos dos opciones: esta o seguir haciendo conciertos para mi hermana y su ejército de Barbies. Tomamos la decisión cuando a éste último se le sumó una horda de Bratzs.
Eric abrió la boca para contestar, pero la voz de nuestro profesor de Trigonometría se alzó por encima de la suya.
—Eric, Liam, ¿vais a parar con la tertulia, o queréis que os ponga un trabajito sobre razones del seno como cociente?
Ambos negamos con la cabeza a un unísono coral y Eric se giró hacia su mesa, no sin antes hacerme un gesto con el pulgar mundialmente conocido como <<vale>>.
Al final, el <<a las cinco estoy allí>> se convirtió en un <<tío, me he dormido y voy a llegar tarde. PD: he soñado con Melody>>, que fue contestado por un <<Dylan ha pillado tráfico y se va a retrasar también. PD: cállate>>, y acabó con un Liam (yo) muerto de frío esperando en la puerta del local como un imbécil. El bar estaba cerrado porque Matt tenía un compromiso, una cita médica o algo así, y había aprovechado para darles a sus camareros el día libre. Tras unas cuantas súplicas indignas, había cedido a dejarnos ensayar allí mientras él no estaba. Pero, cuando nos había ido a dar las llaves, Dylan fue más rápido que el rayo:
—Las guardo yo que soy su sobrino y el que mejor tiene el pelo—había dicho mientras se guardaba las llaves como si fueran oro en paño.
Y, por culpa suya y de su fabuloso pelo, tuve que esperar dos horas al borde del congelamiento intravenoso y acordándome de toda su familia. Pero sin malos rollos ni nada.
Al final, ambos aparecieron corriendo y murmurando excusas incoherentes y más falsas que una moneda de tres euros. Pero yo, como soy tan bueno que duele, les creí.
Ya eran las diez de la noche. La luz anaranjada del atardecer había sido sustituida por la blancura de la luna, que proyectaba sombras sobre los muebles metalizados y ochenteros del lugar. Cuando Dylan abrió la funda de la guitarra para guardarla, me quedé embobado observando cómo la luz nocturna arrancaba reflejos plateados de su chaqueta de cuero.
—Tierra llamando a Liam—dijo Eric mientras me revolvía el pelo con fuerza. Gruí algo, sonrojándome. Me había quedado mirando la espalda de Dylan como un imbécil. Por Dios, qué el no lo hubiera notado...
Por suerte, cuando le dediqué una nueva mirada de soslayo, éste estaba absorto en su guitarra. Estaba seguro de que, si caía una bomba atómica su lado, ni se enteraría. Menos mal.
—Bueno, como os iba diciendo—siguió hablando Eric—. Que hoy Melody me ha dejado el ejercicio veintiocho de Trigonometría cuando me ha tocado corregirlo porque yo no lo tenía hecho. ¡Me ha salvado de un castigo! ¿No es flipante?
Dylan se giró. Al parecer, no estaba tan aislado del mundo como pensaba. Esbozó una sonrisa de medio lado que me provocó una extraña sensación, ¿qué mierda me pasaba? Por un momento pensé que me estaba mirando a mí, pero cuando me fijé, su vista estaba clavada en Eric. Quizá habían sido imaginaciones mías. Agitó la mano derecha en un fingido gesto de asombro.
—¡Qué barbaridad!—exlamó—¿Para cuándo es la boda?, es que me pilláis sin traje.
Solté una risa alegre. Eric siempre se hacía ilusiones con todo lo relacionado con el género femenino. Solía describirse a sí mismo como a un seductor conquistador, pero lo cierto es que sus intercambios de fluidos no llegaban hasta donde él quería llegar. Aun así, él presumía de sus hazañas amorosas como si le fuera la vida en ello. Y ahí estábamos nosotros, para reírnos de él, como hacen los verdaderos amigos.
Cuando miré a Dylan, me estaba observando. Esta vez sí. Me miraba de una forma tan intensa que me quemó por dentro. Noté que me temblaban las piernas. Tuve que apartar la mirada de golpe y, por el rabillo del ojo, vi que él tardó unos segundos más en hacerlo.
Eso era raro. Muy raro. Y hacía que me sintiera... agitado, digamos.
—Ja-ja—ironizó Eric. Incluso me había olvidado de que estaba allí. Pero él parecía ajeno a lo que acababa de pasar. Quizá porque no había pasado nada y se me estaba yendo la pinza—. Muy gracioso, pero yo sé que la tengo a puntito—. Levantó la mano derecha a la altura de la cara y aproximó el dedo pulgar al índice, como queriendo decir <<muy poco>>.
—Claro, igual que tenías a Allison—Dylan comenzó a enumerar con los dedos—, y a Dona, y a Linda, y a Ashley, y a Clarissa, y a...
—¡Vale, vale! ¡Ya lo he pillado!—gritó Eric interrumpiéndole. Se giró hacia su querida batería y comenzó a desatornillar los platillos, muy indignado. Parecía furioso. No obstante, conociéndole, su cabreo duraría unos veinte segundos. Diecinueve, dieciocho...—. No es mi culpa que tú no ligues una mierda, ¿sabes?
Mi mirada se deslizó, de nuevo, hasta Dylan. Lo cierto era que nunca había tenido novia, ni nada que se le pareciese. No podía imaginármele con una chica, y era raro, porque tenía todo lo que una mujer buscaba: era guapo, sacaba unas notas más que decentes, divertido y tenía ese halo de misterio de chico malo que volvía loca a toda portadora de estrógenos. Me miré a mí y reprimí un bufido de resignación. Yo era todo lo contrario a él. Vale, era listo. Bueno, era un empollón, pero el resto era como comparar el día y la noche. Mi cara era la cosa más común del mundo. Enmarcada por unos mechones castaños casi rubios, adornada por unos ojos marrones que parecían una fotocopia desdibujada y en blanco y negro de los suyos, tan azules como el mar, y unos labios finos e insustanciales. Sí, señor, así era yo: un bombón. La futura estrella del Rock.
Dylan se encogió de hombros como toda respuesta.
—¿No vas a decir nada?—continuó hablando Eric, pensando que estaba picado. Pero lo cierto era que Dylan no parecía molesto. Es más, estaba muy tranquilo.
—Tampoco es que tenga interés—dijo.
Para Eric, cuya mayor misión en la vida era darse el lote con chicas, aquello fue una ofensa, un ultraje, una blasfemia, un desprestigio. Era incapaz de aceptar que no todo el mundo tenía las hormonas tan revueltas.
—¡Pero si incluso Liam ha tenido novia!—exclamó señalándome.
Eso me ofendió, como si el hecho de que yo hubiera tenido novia significara que todo el mundo podía tener una. Pero lo cierto era que llevaba razón. Como he dicho antes, yo siempre he sido el típico cero a la izquierda de la humanidad, la típica persona a la que atropellas en pleno pasillo y sólo te das cuenta de que ha pasado algo cuando ves sangre en tu bota. Y, la verdad, la novia a la que hacía referencia Eric era una que había tenido con trece años y que me había durado la impresionante suma temporal de dos días. Lo sé, una pasada. Estarás flipando.
—Muchas gracias, hombre—dije, llevándome el puño cerrado al corazón. Sinceramente, me daba igual ese tema. Entendía a Dylan. Pero tenía un orgullo masculino que aparentar—. Eso me ha llegado hondo.
Eric alzó la vista hacia el techo y suspiró.
—No. Bueno, a ver...—sacudió la cabeza incapaz de decir nada—. ¡Joder, sabes a lo que me refería!—Con aquella labia dio el tema por zanjado y se volvió de nuevo hacia Dylan—. Pero lo tuyo no tiene nombre ni perdón. Tienes dieciocho años y sabes de las mujeres lo que has visto en los libros de Biología.—Sí, se refería a las típicas fotos para aprender el aparato reproductor que, a día de hoy, seguían produciendo carcajadas generalizados. Así de maduros somos—. Tío, ¿eres asexual o algo?
Noté una extraña sensación en la nuca, como algo cálido. Giré sobre mis talones y ahí estaba Dylan, dedicándome una mirada adornada con una de sus sonrisas de medio lado traviesas. Siguió mirándome mientras contestó:
—Algo por el estilo.
Me di la vuelta, sintiéndome como un avestruz con ganas de empotrar la cabeza en el suelo. ¿A qué había venido esa mirada? ¿Tenía algo en los dientes? ¿Habían sido paranoias mías, o había sido el tipo de mirada cómplice que se echan las personas que saben algo que el resto del mundo desconoce?
Escuché la risa de Dylan a mis espaldas. No supe si fue por mi reacción o por algo que acababa de decir o hacer Eric. Esperé que fuera por lo segundo. Por favor.
—En fin, pues no sabes lo que te pierdes—oí decir a Eric. Pude imaginármele perfectamente encogiéndose de hombros en actitud pasota.
Me di cuenta de que mis manos habían empezado a hacer algo para aparentar que estaban ocupadas. Estaba guardando mi guitarra, arrodillado frente a la funda. Mi madre me la había comprado cuando tenía quince años y, aunque estuviera hecha un desastre, la tenía mucho cariño. Abrí la funda y metí la guitarra dentro, a sabiendas de que tenía una mirada clavada en mi nuca. Había algo incómodo en la idea de girarme hacia Dylan y preguntarle qué pasaba. Nunca se había comportado así. Bueno, quizá un poco. Pero él siempre se comportaba de una forma rara, no le solía dar importancia. No obstante, esta vez sí era extraño de más. Lleva ya unas semanas así, haciendo cosas muy bizarras conmigo. Conmigo, sólo conmigo. Quizá estuviera enfadado, pero eso no explicaría la mirada de entendimiento que me acababa de echar...
¡Agh, me acababa de pillar los dedos con la funda de la guitarra!
—¡Joder!—exclamé
Me llevé la mano a la boca para lamer la zona dañada como un gato; así de masculino soy. Tenía la punta de los dedos índice, corazón y anular al rojo vivo. Me ardían y amenazaban con no dejarme respirar. Había sido uno de estos golpes secos que te arrebatan el aliento, las ganas de vivir y todo.
Una suave fragancia a cítricos me envolvió. El ardiente dolor pasó de mis dedos a mis mejillas al instante.
Dylan se había arrodillado a mi lado y escudriñaba mi mano con expresión crítica.
Recé a todos los dioses, Budas y platos de espaguetis divinos que existieran para que no me mirara a la cara.
¿Por qué tenía que ponerme tan nervioso cuando él estaba cerca? Era mi amigo, no debería reaccionar así. Tendría que decirle algo del tipo <<eh, tío, ¿qué pasa>> con los brazos cruzados y mirada de indiferencia, ¡y no reaccionar como una estúpida colegiala!
Todo tenía que ser cuestión de actitud, ¿no? O eso pensaba, al menos. Así que me giré con mis mejores intenciones de ser un tío normal.
Cuando me volví, su rostro estaba sólo a unos centímetros del mío. Pude ver sus pestañas negras acariciando la piel perfectamente tostada de sus pómulos. Sus labios carnosos con el suficiente color para, sin dejar de ser masculinos, verse... irresistibles.
¡No, no, no! ¡Liam, concéntrate!
Le aparté de un empujón y me eché hacia atrás. Las mejillas me ardían. Necesitaba salir a la calle y hundir la cara en la nieve hasta pillar tres o cuatro hipotermias, o algo así.
Antes de que pudiera caerme de culo o intentar huir, Dylan me agarró de la muñeca. Me cogió con tanta fuerza que creí que me iba a desintegrar, pero tampoco estaba haciendo fuerza. Quizá sólo fuera su contacto... Joder, qué perdido estaba en la vida.
—¿Estás bien?—preguntó con voz grave.
Sus ojos azules estaban clavados en los míos, como si pudiera ver dentro de mí. Dios, ¿qué estaba diciendo? Ni que esto fuera una novela rosa barata.
—Er, sí—contesté. Le di un manotazo para que se apartara, pero no logré soltarme de su agarre. Por favor, era como intentar luchar contra un Titán. ¿Qué desayunaba este hombre, proteína pura?
Dylan esbozó una sonrisa de superioridad.
—¿Seguro?—dijo mientras deslizaba su mano de la muñeca hasta mis dedos—. Puedo ayudarte.
Lo que pasó a continuación me provocó unos ochenta infartos. Así, de seguido.
Envolvió mi mano con la suya, larga, grande y fuerte, y se la llevó a la boca. Metió entre sus labios mi dedo índice y comenzó a lamer la punta.
¿¡Qué mierda estaba pasando!?
—Dyl...—empecé a decir, pero mi garganta no logró articular sonido alguno. La imagen que tenía frente a mí me descolocaba, del todo. Hizo que me explotara el cerebro, anulando todas y cada una de mis funciones.
Dylan continuaba lamiendo mis dedos. Y no, no de una forma precisamente casta. Deslizó la punta de su lengua por mis yemas. Supuse que me estaría mirando irónico, superior, burlándose de mí; pero no podía apartar la vista para comprobarlo. Aquella cura para mayores de dieciocho estaba absorbiendo toda mi atención.
—¿Qué estás haciendo?—logré musitar. Y no supe que había sido audible hasta que él me contestó.
—Shhhh—susurró—. Cállate—Y siguió tan absorto en su labor como estaba antes.
Se sacó mi mano de la boca y contempló los enrojecidos y, ahora brillantes, dedos, antes de volver a lamerlos tan lentamente que fue una tortura. Ya ni si quiera me molestaba en pensar cuán rojo estaría. Me sentía arder como si estuviera siendo consumido por el Fuego Eterno.
Dio una última lamida, más sensual que todas las demás juntas, y depósito un dulce beso en cada dedo.
—¿Mejor?—me preguntó en lo que casi me resultó un gruñido. Primitivo, pero muy seductor.
No supe qué contestar. Simplemente me quedé mirándolo, seguramente temblando, intentando procesar qué acababa de ocurrir.
—Bueno, tíos, yo me voy ya—dijo Eric, girándose hacia nosotros. Dios, me había olvidado de que estaba allí—. Se está haciendo tarde y ya sabéis cómo se ponen mis padres.
Me giré para verle y él alzó las cejas al ver mi rostro. Supuse que estaría tan descompuesto como si acabara de ver un fantasma. La de burlas que me caerían por ello... Pero, por suerte, no parecía que se hubiera dado cuenta de lo que acababa de pasar.
—Bueno, os veo el sábado. Si Liam se recupera del ictus o lo que sea que le ha dado—dijo agarrando su abrigo y alzando la mano como toda despedida.
—Adiós—pronunció Dylan, sonriendo como si no hubiera pasado nada.
Pero, en el estrecho espacio que había entre nosotros, donde la vista de Eric no alcanzaba, me cogió la mano.


9 comentarios:

  1. WTF CELIA X'D, LA ESCENA DE LOS DEDOS HA SIDO MU' BIZARRA, ESTABA TODO EL RATO PENSANDO DONDE COÑO ESTABA ERIC QUE NO LOS VEÍA.
    Espera, antes de decir nada más, quita las putas ojitas de otoño, hasta los cojones, no dejan leer. Quedan muy monas y eso, pero hasta los cojones. xD

    Sí, Liam piensa como una colegiala, pero una de verdad, de esas de los animes románticos que hasta la segunda temporada no se declara.
    Pero bueno, ya te dije lo que pensaba cuando me enviaste la mitad xD.
    De lo que me dí cuenta es que tus personajes se empiezan a parecer a las novelas adolescentes que lees, el guaperas pa' mojar bragas, la prota que es gilipollas pero a la que te acabas acostumbrando y luego el amigo energético que suaviza algunas escenas.
    PERO YAstá to mu' bonico, sigue así Poke.

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    1. ES QUE ERIC TIENE UN PROBLEMA EN LA VISIÓN XD TA' TO PENSAO'
      Las hojitas y yo somos ahora en mismo ser. Nos hemos enamorado <3

      Liam es muy tontito, pero lo lleva bien xDD
      Bueno xDDD Se cría lo que se come. Pero Dylan mola mucho, y punto, ¿eh?

      Cenquius :3

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  2. OMG. Niña, tú has nacido para escribir yaoi <3 Debo decir que en cuanto me han pasado el link he dicho "¡POKS!" y he venido corriendo como una loca (he intentado escribir desde el móvil, pero el corrector es troll :3). En fin, a lo que iba xD

    Me ENCANTA la pareja que has creado. Dylan es tan adafsdfa y Liam tan awwww *-* No sé si me entiendes xD El caso es que son amor, y tú más por crearlos y darles vida. (Hojas troll, se me ponen en medio D:) Eric está cegato en todos los sentidos, pobresito. No ve ni su fracaso con Melody ni lo que se cuece entre sus amigos, pero lo queremos igual.

    De la escena de los dedos, qué decir que no se haya dicho arriba :3 He chillado como una verdadera colegiala, me he sonrojado (por cierto, gracias por darme calorsito; llevo todo el día helada T-T) y me la he comido con patatas y hojitas :3 (De hecho desde el móvil no se ven las hojas así que he leído bastante bien xD)

    Antes de morirme de risa con ese "Yo quiero marcha, marcha" añado que está genial narrado. Tu estilo ha cambiado bastante desde que te empecé a leer. Te has perfeccionado como escritora y me encanta decir que estoy ansiosa por leer más cosicas tuyas. Curiosearé por aquí y, por supuesto, dejaré que averigües quién soy (?). ¡Saludos! xD

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    1. *_________________*
      Casémonos. tengamos cuatro hijos. Vayámonos a vivir a París <3

      Mil gracias =,DDD Echaba mucho de menos escribir yaoi y tuve la necesidad imperiosa xDDD
      Adoro cómo me han quedado Dylan y Liam ;3; Los veo un poco tópicos, pero me da igual xD Liam es amor puro y duro ;___; Eric es especial, no se lo tengamos en cuenta xD Vive en su propia burbujita, aislado del mundo, del planeta y del universo.

      JAJAJAJA xD La escena de los deditos es rara, pero mola =,) Me imagino a Liam a punto de estallar en cientos de sentidos xDDD

      El "Yo quiero marcha, marcha" le de toda la gracia al blog xDD Muchísimas gracias =3 Yo también me noto haber evolucionado, pero he de decir que el estilo en primera persona gracioso no lo había practicado desde aquel lejano "Lazos en la escalera" jaja. Muchísimas gracias =,)

      QUIÉN ERES. NECESITO SABERLO. AHORA. PRESENTA TU DNI (?) xDDD
      Ok no, en serio, quién eres? ;____;

      PD: Las hojitas son tocapelotas, pero a mí me molan ;_; Aunque ahora que estoy respondiendo me doy cuenta de que son un poquito porculeras xDDDD

      Un beso =,3

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    2. No me recuerda qwq (?) Nah, coñas a parte, Flordelotto ha hablado (es gracioso escribirlo en el móvil, el corrector pone Flor del otro xDDDD).

      Ay, "Lazos en la escalera" <3 Lo has mejorado mucho, y espero ver más humor por estos lares owo

      Ya te acosaré por algún lado eue Hasta la próxima entrega :3

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  4. Dios, Celia. Pero qué eh ehto. ¿Porqué hay un tío bueno lamiéndole los dedos a su amigo y el otro no se entera de nada? ¡¿Por qUÉ?!
    En fin. Está genial escrita, aunque deberías vigilar algunos leísmos y laísmos, por lo demás no tiene ningún fallo (al menos, que yo haya podido sacarle). Me encanta, en serio, y no sé qué haces con tu vida que no estás subiendo ya el siguiente.
    PD: he tenido que leerlo en wattpad por las dichosas hojitas.

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    1. PORQUE EL OTRO ES UN EMPANADO DE LA VIDA. LOS EMPANAMIENTOS MOLAN XD

      Sí, sé distinguirlos, pero el ser madrileña me mata DDDDD,= Procuro tener cuidado >///<
      Muchísimas gracias =,) Me alegro mucho de que te guste. Tengo que escribir la continuación, I know D,= Lo haré, lo haré

      Jo, ya he quitado las hojitas xD Puedes respirar

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